Hola! En este artículo voy a contarte un poco más sobre mí… Pero antes de empezar quiero decirte que me siento muy afortunada de que estes leyendo este blog, pues en estos tiempo tan veloces que puedas dedicarle un rato relativamente largo a saborear este artículo es un gran reconocimiento al trabajo que hago. Por ello, mi intención con este post es intentar mostrarme lo más abierta y auténtica posible, con mis luces y mis sombras. Pues la idea que te puedas hacer sobre mí, el que puedas idealizar aspectos de mi vida en mayor o menor medida es un rum-rum que siempre llevo dentro.

 

Mostrarse, abrirse, exponerse… delante de los demás, sean personas conocidas o no, es algo que nos cuesta a la mayoría de las personas. Para mí, con el carácter introvertido que tengo y lo vergonzosa que soy, es una de las partes más difíciles del emprendimiento. Es todavía más aterrador cuando quiero hablar sobre mis imperfecciones. Sin embargo, me parece imprescindible hablar de ello también, pues dos de los valores más importantes de mi negocio son la transparencia y la cercanía.

 

A veces me pregunto cómo sera la ‘Sara’ que has imaginado, ¿qué idea te habrás hecho de mi? La verdad es que me da mucha curiosidad pensarlo, si te animas puedes contármelo en los comentarios o por email. Quizá, a través de mi Instagram o estos artículos, hayas imaginado una persona super estructurada, ordenada, equilibrada, disciplinada… Es verdad que mi página web y mi Instagram están diseñadas para transmitir ciertos valores, que obviamente, son una parte importante de mí. Pero como bien sabes la vida Instragram no lo es todo.

 

¿Qué rápido se nos olvida a veces, verdad? Yo, por ejemplo, que durante mis formaciones he trabajado muchísimo el tema de las comparaciones, y crear espacios libres de ellas es unos de los pilares más importantes de mi proyecto, me he dado cuenta que si paso mucho tiempo inmersa en ese mundo virtual caigo inevitablemente en ello. Tengo que poner mucha atención, desconectarme a menudo, buscar dentro de mí lo que realmente quiero transmitirte y cómo contarlo, para no caer en ese agujero en el que todo el mundo te parece mejor, más perfecto, más idóneo para hacer este trabajo. El síndrome del impostor en toda regla, vamos.

 

Recientemente he descubierto el Diseño Humano (no me pidas explicarte qué es porque apenas estoy comenzando a entenderlo yo, pero Mr. Google seguro que te lo cuenta de maravilla). Como proyectora que soy, una de las claves de mi diseño es el don de trabajar con las personas uno a uno y guiarlas de un punto a otro. En mi caso, acompañarte para que superes el caos (mayor o menor) de tu hogar, ordenes tu casa y en consecuencia tu vida. Para mí personalmente fue una experiencia brutal a muchos niveles: casa, trabajo, forma de consumo, relación con el dinero, aligerar vínculos emocionales, enfrentarme a creencias… Fue tan transformador y positivo que no me lo puedo guardar dentro. Si, además, existe la posibilidad de acompañarte en persona (también online) a hacer tu proceso de orden más ligero, amable y rápido, es un win-win para las dos.

 

Como hoy va de contarte mi cara B, también quiero compartir contigo otra chachara que aparece a menudo por mi mente. Es esa vocecita que me dice que mi intuición o mi experiencia no es suficiente. Es decir, que debería meter más datos, más números, más evidencias científicas… Pero sinceramente, creo que el proceso KonMari® no va de eso, al menos en mi caso. Yo me he formado – y sigo formándome- todo lo posible en el método KonMari® y en las diferentes disciplinas que puedan complementarlo. A la hora de trasmitirlo lo hago de forma natural desde mi intuición, desde lo que ha atravesado mi cuerpo, desde mi verdad. Y creo que ese es precisamente uno de los mayores regalos que puedes llevarte de tu proceso KonMari®: que todos principios del método se enraícen en ti a través de tus vivencias, de tu manera de ser única y tu verdad. Como todos los procesos profundos habrá altibajos, un vaivén de emociones y reacciones, y si tu quieres yo estaré a tu lado para hacerte de espejo y ayudarte a atraversarlos.

 

También quiero hacerte una pequeña confesión. Hablando del síndrome del impostor… Tengo que decir que en la intimidad de mi casa y desde la mirada del otro, este síndrome aparece a menudo. Me explico. Yo soy bastante ordenada, pero mi pareja lo es aún más (a su manera). Podríamos decir que él es más estructurado y tiene una manera de trabajar más lineal o convencional. Él empieza y acaba las cosas una por una. Yo, sin embargo, trabajo en espiral. Sé que es anti-productivo, disperso quizá e ilógico, pero creo que es bastante coherente con mi tipo de energía. No trabajo siempre así – cuando trabajo para los demás lo hago de forma convencional – pero cuando lo que hago es para mí, mi forma natural es esa: empezar una cosa, dejarlo a medias, empezar otra, y otra… Y después acabar la primera, la segunda, la tercera… Al final todo queda hecho y en su sitio, pero el modo de hacerlo desde fuera parece disperso. ¿Alguien se siente identificada?

 

Decía que desde la mirada del otro me siento una impostora cuando opero así, porque mi pareja viéndome trabajar en casa me lo dice constantemente: ‘mucho orden, mucho orden, pero yo lo veo todo a medias’. Y es verdad que si me ves a mitad de proceso – por ejemplo cocinando el batch cooking de la semana- a veces parece que ha pasado un huracán, pero cuando acaba la jornada de trabajo (de lo que sea que este haciendo) todo vuelve a su sitio. A veces me siento impostora, porque en ese sentido no soy convencional, lineal o productiva tal y como exige esta sociedad. Pero oye, a pesar de tener un modo de trabajar distinto, los resultados son los mismos, así que creo que es igualmente válido. De hecho, me parece maravilloso que cada una tengamos nuestra forma original y única da trabajar. Creo que es infinitamente más enriquecedor.

 

La realidad es que si bien el orden es un juego personal mio, y es verdad que soy bastante ordenada en general, en el día a día también hay cosas que se me escapan. Lo he mencionado en varios artículos y lo repetiré millones de veces: el ritmo de vida que llevamos la gran mayoría en esta sociedad, no se corresponde con nuestro ritmo natural o con la calidad de vida que merecemos. Las consecuencias son claras en el hogar: el caos se impone en la intimidad. Cuanto más segura y en confianza te sientes, más descuidada te permites ser. A no ser que tengas un ‘toc’ con el orden, seguramente cuando la vida te sobrepasa descuidarás algunas zonas, o de repente se crearán más agujeros negros de lo habitual en tu casa o volverás a esos hábitos no deseados que tanto te costó superar…

 

A mí me ha pasado sobre todo en épocas en las que he tenido que dedicar mucho tiempo al trabajo por cuenta ajena y además he intentado mantener el ritmo de trabajo en este proyecto. También desde que he tenido a mi bebé. Tema bebes, conciliación y orden da para otro artículo (o varios) así que hoy sólo lo voy a mencionar brevemente. Como todavía estoy metida en la vorágine de los primeros meses, no soy capaz de hacer una gran reflexión sobre ello, pero sí decir que está suponiendo un trabajo importante conmigo misma. Es decir, antes de ser mamá yo ya sabía que con la llegada de Inge mi vida no iba a ser la misma. Sabía, porque lo había leído en un montón de sitios distintos, que el orden de casa, las dinámicas de pareja o la estructura que habíamos creado para el día a día se irían a la mierda. También había leído un millón de veces lo importante que es bajar las expectativas, ser comprensiva y compasiva con una misma, así como con tu pareja o con la nueva realidad. Y aún así… Hablando rápido y mal, la ostia me la he llevado igual, jeje. Sin embargo, aunque tengo cierta sensación de caos permanente, hay un punto imprescindible que me ha ayudado a mantener la cordura incluso en los peores momentos:

 

Hace tiempo que he realizado el proceso KonMari® en mi casa y, aunque vivimos en alquiler y a la casa de faltan muchísimos detalles para ser la ideal, soy muy consciente de todo lo que tengo y cada objeto tiene un lugar definido. Es verdad, que con la bebé estamos metiendo muchísimos objetos nuevos (ropa, utensilios, juguetes…) a una velocidad vertiginosa. Pero la estructura previa y los hábitos de orden que llevo practicando desde hace años, hace que la casa nunca se desmadre demasiado. O si en algún momento se va de las manos, podemos pedir ayuda a la familia para que se queden con la niña y en una hora tenerlo todo de vuelta a su lugar. ¿No es una maravilla? Sin esto creo ya me habría vuelto medio loca hace tiempo.

 

En fin… Creo que en resumen lo que quiero transmitirte es que cada una de nosotras es distinta, tenemos una realidad, unos ritmos y necesidades diversas… Y aunque tengamos una manera de ser y hacer diferente (incluso opuesto) siempre se puede encontrar el equilibrio, un sistema de orden sencillo y crear anclajes para volver a ello. Si esta idea te vibra, el método KonMari® es uno de los caminos para poder conseguirlo y yo puedo ayudarte en ello, me tienes a tu disposición cuando así lo decidas.

 

Un abrazo

Sara

 

 

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