A estas alturas imagino que todas las que estáis hoy aquí habéis oído hablar de Marie Kondo, especialmente después de la emisión de la serie de Netflix: Tidying Up with Marie Kondo.
Yo la conocí en persona durante la formación de Londres, y lo primero que me viene a la cabeza cuando pienso en ella es que me inspira confianza, calma y calidez. En cuanto al orden, a estas alturas podría decirse que sin dudas es una referencia mundial.
Pero lo que me he dado cuenta es que lo que conectó conmigo no es solo que ella sea una crack del orden, o que inspire calma y confianza. Lo que más me llegó es conocer su historia, y mi interpretación sobre ella (es lo que pasa cuando no conoces a alguien en profundidad). Desde pequeña Marie Kondo mostró interés sobre el orden. Cada vez que volvía de la escuela, mientras los demás niñ@s se dedicaban a jugar, ella se quedaba en casa ordenando. Este era su juego. Juego entendido en el sentido profundo de la palabra. Es decir, una actividad que crea una conexión profunda dentro de nosotros, y que más allá de toda lógica, realizamos con puro placer. El juego, en ese sentido, no es una actividad superficial, ni mero entretenimiento. El juego profundo no entiende de edad, género, geografía, raza… es una necesidad básica y imprescindible del ser humano.
El caso es que Marie Kondo se dedica en cuerpo y alma a su juego. Juega cada día a ordenar. Y como consecuencia, ese juego, su pasión, se convierte en su modo de vida. Pasa el tiempo y ella sigue jugando, investigando y trabajando con el orden. Prueba diferentes modos, ensayo y error, hace y deshace, hasta que finalmente, con toda la experiencia que ha acumulado durante esos años llega a dar forma al Método KonMariTM.
Quiero recalcar que todo esto NO le viene porque ella en un momento decide que quiere revolucionar el mundo del orden y dar el pelotazo de su vida. Sino que llega a donde llega, simplemente por seguir su instinto, su necesidad primordial y más primitiva de jugar. El resto, es simplemente una consecuencia del compromiso, del esfuerzo, del tiempo y de la pasión que le dedica.
Lo más maravilloso de cuando leí su libro es que muchas cosas me parecieron lógicas y naturales. No me malinterpretéis, no quiero quitarle valor a su trabajo. Todo lo contrario, me parece que, aunque parece un método sencillo y superficial, en realidad esconde una propuesta profunda y revolucionaria.
Rodearnos de personas, objetos y modos de vida que nos aportan y que queremos debería ser lo normal e imprescindible. Sin embargo, ¿cuántas veces nos damos cuenta de que, a pesar de tener de todo, no nos sentimos satisfechos? Vivimos en la abundancia y sin embargo tenemos la casa patas arriba, estamos cansados de nuestro trabajo, nos hemos desconectado de nuestros seres queridos, y a veces casi no nos reconocemos ni en el espejo. Vivimos demasiado rápido, hiperestimulados y no tenemos tiempo de asimilar todos los cambios que recibimos.
En ese sentido, para mí Marie Kondo es un soplo de aire. Este proceso te ayudará a parar (que no es lo mismo que paralizarte), a revisar todo lo que te rodea y a ser consciente de quién eres, qué tienes y qué quieres. A partir de este punto se te abre un mundo de posibilidades, desde fuera hacia dentro, desde lo físico a lo emocional, desde lo superficial a lo profundo.
Yo estoy en este camino y me encantaría darte la mano y asistirte para que tu también puedas hacer este viaje de manera ligera y profunda.
Un abrazo,
Sara
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