Si tal como propone Erich Fromm amar es un arte, tomar decisiones también lo es. Igual que en las artes marciales, en el amor y en el acto de decidir es necesario poner conciencia y entrenarse.

En mi caso, tomar decisiones siempre ha sido muy difícil. Bastaría que hablaras con cualquiera de mis amigas para saber cuánto me cuesta elegir un plato cada vez que salimos a cenar o las vueltas que doy antes de comprar un par de zapatos. Puedo ser de lo más desesperante.

Pero a raíz de reordenar mi casa con el método Konmari veo una evolución notable. Marie Kondo lo llama “la magia del orden” y aunque es verdad que la sensación es mágica, tiene una explicación totalmente racional. Lo que haces durante todo el proceso es crear hábitos, entrenarte e interiorizar una manera de tomar decisiones.  Para mí personalmente es la manera más acertada, ya que el que dicta tus decisiones es el corazón. Evidentemente la razón y el sentido común también juegan su parte, pero la última palabra sale del interior de nuestro cuerpo. Y el cuerpo es sabio, no lo olvides.

Hoy en día, yo sigo utilizando esta manera de tomar decisiones para acciones tan sencillas como comprarme una camiseta o situaciones más transcendetales como decidir si aceptar un trabajo o no.

Otro ejercicio que me ha ayudado mucho y que me han propuesto en varios cursos (@oyedeb en El ideatorio, @laura_ribas en Dream Big Play Big, también @mariekondo en La magía del Orden) es visualizar mi vida ideal al detalle. En los próximos artículos hablaremos de esta herramienta tan interesante y además vendrá con un regalito. Pero mientras, pregúntate ¿cómo sería un día normal en tu vida ideal?

Hay personas que creen que basta con visualizar para que lo deseado se cumpla. Quizá sea así, pero yo personalmente creo que visualizar es una herramienta más para enfocar nuestras acciones. Quiero decir que, si cuando tomo una decisión mi corazón se pone contento y además se acerca a mi idea de vida ideal, sé que es la decisión correcta. Es así como paso a paso, voy atravesando obstáculos, materializando mi deseo.

Sin embargo, en otras ocasiones tengo que tomar decisiones que no me hacen del todo feliz (en esos casos siento que el corazón me pesa).  En esos momentos también tengo en cuenta si me acercan a esa vida que deseo e intento encontrarle el lado positivo (en qué me compensa hacer eso).

¿Y tú, como te sientes tomando decisiones? ¿Cómo lo haces? ¿Has reflexionado alguna vez sobre ello? Si es así y te animas, me encantará leer lo que compartas.

Un abrazo,

Sara

 

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